El golfeado de maple esta casi listo

En diez días nuestra vida cambiara completamente. Tenemos tickets que dicen que nos vamos para Ottawa, visas de estudiante que dicen que nos podemos quedar dos años, una universidad que dice que si quiero puedo estudiar allí y cuatro maletas armadas que dicen que contienen lo necesario para vestirnos por un ratico. Aun así, todavía no me lo creo. Todavía espero (sin ningún animo de que lleguen) el miedo que anticipa el viaje, la mamitis, la prenostalgia. Aunque estoy en modo despedida desde hace semanas, sigo despidiéndome de la gente que veo como si nos fuéramos a ver mañana. Lo que no puedo evitar, casi a modo Felipito, es imaginar que cierran el aeropuerto el día que nos vamos, que el funcionario de aduana nos dice que nos falta un requisito, que la universidad me dice que me aceptaron para el 2008, y muchas otras imágenes bien divertidas que no quiero invocar…

Hoy aprendí dos cosas importantes. 1) Las Pick-ups son mágicas y 2) La representación física de mis memorias cabe en una caja de zapatos. Prácticamente todo lo que teníamos en el apartamento cupo en una pickup. La camioneta parecía una caja mágica donde podías lanzar mas y mas cosas, sin ocupar espacio pues siempre cabía mas. Cama, cajas, silla, gaveteros, baúl, bolsas, mas cajas, mas bolsas, todo cupo relajadamente. Infinitas gracias al increíble señor Fernando por su ayuda taurina (me sorprendió la fuerza que tiene, y su altruista energía aparentemente inagotable). Estoy seguro que no soy el primer viajero que pasa por un proceso de introspección al colocar todas sus pertenencias en una caja. Quien sabe cuantos han repetido la frase ‘mi vida en una maleta’, pero esta vez me tocaba a mi decirla, repetirla, saborearla.

Hoy estoy en una suerte de desnacimiento. Volviendo a casa de mis padres, luego de un año de vivir independiente con Dani. La tranquilidad del Gavilán, la cercanía a mi familia. Todo es parte del extraño proceso.